lunes, 26 de enero de 2009

15) Derrota tras derrota



DERROTA TRAS DERROTA

El paso del tiempo actúa lenta, pero inexorablemente. La erosión, el deterioro, las agresiones de todo tipo, parecen imparables. El olvido extiende su manto de silencio y ruina sobre el terreno. El urbanismo salvaje y la especulación, nos pisan los talones. Una lucha contrarreloj cuya derrota parece inevitable. Un pulso desigual que estamos acostumbrados a perder. Un fracaso garantizado… Todo esto puede ser cierto, pero no por ello nos quedamos parados.

Somos conscientes que el tiempo pasa, que todo se transforma, que el mundo en el que vivimos no pude quedar estático, inamovible, como si de un museo o exposición del pasado se tratase. Pero también estamos cansados de muchas cosas. Cansados de que transformen nuestro entorno, nuestros paisajes, nuestros espacios, al compás de intereses particulares, egoístas y codiciosos que, bajo la excusa de un supuesto progreso y modernización, hacen y deshacen a su antojo, pasando por encima de todo y de todos, bajo una supuesta apariencia de "interés general".

No pasa año en el que no veamos desaparecer, bajo el imparable urbanismo, parajes naturales, arroyos, lomas, arquitectura histórico-tradicional y diverso patrimonio socio-cultural. Agresiones de todo tipo que se suceden sin tregua para engordar los ya repletos bolsillos de unos cuantos. Quizás sea inevitable, pero no queremos limitarnos a lamentos inútiles.

"Proyecto Frente de Batalla" actúa. Entre sus diversos objetivos se encuentra el de localización, catalogación y estudio de todos los restos y huellas de la guerra civil en el noroeste de Madrid. Como decíamos al principio, el tiempo corre en nuestra contra, pero el trabajo y la constancia dan sus frutos. Por poner un único ejemplo, señalaremos los cerca de sesenta fortines localizados sólo en el municipio de Las Rozas, a los que habría que sumar los numerosos tramos de trincheras, restos de túneles y otros vestigios que aun perduran de las líneas de frente. Por supuesto, no nos quedamos aquí, e intentamos abarcar otros muchos municipios y escenarios relacionados con esa parte de la Historia (Majadahonda, Villanueva del Pardillo, Pozuelo, etc.).

El trabajo requiere un esfuerzo considerable porque, lejos de lo que podrían pensar algunos, es mucho lo que permanece diseminado por la geografía noroeste de Madrid, pero también es mucha la actividad destructiva que se realiza día a día.

La, en general, constante falta de sensibilidad de las autoridades y administraciones de todo tipo, por el cuidado y respeto de buena parte del patrimonio histórico, haciendo oídos sordos a las peticiones de protección y actuando, en muchos casos, con malicia, nos ha llevado a no esperar demasiado de ellas y actuar por nuestra cuenta. Posiblemente no podamos evitar buena parte de las destrucciones, pero, al menos, intentamos recopilar la mayor información posible de los restos para, en caso de terminar desapareciendo, podamos, al menos, conservar datos y referencias que permitan futuras investigaciones y estudios.

Fotografías, mediciones, características, situación GPS, cartografía… un esfuerzo por salvaguardar lo que se pueda, de un patrimonio que va desapareciendo frente a nuestros ojos, sin que a nadie parezca importarle demasiado.

Las, no tan lejanas, destrucciones de los numerosos restos que existían en El Cantizal (en Las Rozas), de los magníficos fortines del Cerro de Bularas (en Pozuelo), de las posiciones de Valdemarín (en la A-6), o las recientísimas destrucciones de interesantes restos en El Arenalón, y El Montecillo (ambos en Las Rozas), por mencionar sólo algunos estragos irreparables, nos hacen ser conscientes de que no nos podemos quedar parados.

Junto a esta labor de catalogación, intentamos realizar una acción de limpieza y cuidado de los restos, adecentando su aspecto para que dejen de verse, a los ojos de mucha gente, como simples contenedores de basura. Por ello, nos esforzamos también, en la actividad divulgativa, para que, poco a poco, aumente el conocimiento y la sensibilización, en mayor número de gente.

El trabajo es mucho y puede decirse que no damos abasto, pero nos gusta y, pasito a pasito, vamos logrando cosas.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía 1) En la zona conocida como El Montecillo, en Las Rozas, existía una loma conocida como El Cerrillo, con interesantes restos de la guerra civil. En esta fotografía vemos la destrucción total de los restos y de la loma (JMCM)
Fotografía 2) Alguno de los restos de fortificaciones destruidos recientemente por las obras que se realizan en El Montecillo (JMCM)

14) Domingo en las trincheras


DOMINGO EN LAS TRINCHERAS

Como ya anunciamos con anterioridad, el domingo 25 de enero de 2009, se desarrolló la ruta que la asociación Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) organizó junto a "Proyecto Frente de Batalla", por alguno de los restos de la guerra civil existentes en Las Rozas.

Con un nutrido número de asistentes (entre 15 y 20 personas) y a pesar de las inclemencias meteorológicas, recorrimos la Dehesa de Navalcarbón, Fuente del Cura y Nava Los Santos, lugares en los que abundan los vestigios de lo que fue parte de la línea de frente republicana. Aunque, en ciertos momentos la lluvia nos castigó sin piedad, pudimos completar el recorrido, visitando cerca de veinte fortificaciones, numerosos trazados de trincheras y otros interesantes restos. A lo largo del recorrido se pudieron intercambiar impresiones y conocimientos, lo que resultó de gran interés para todos.

Las posiciones visitadas en la ruta formaban parte de la "línea de detención o de resistencia" que el II º Cuerpo del Ejército Centro de la República, construyó en este sector del frente. Esta "línea de detención" consistía en un complejo entramado defensivo que se extendía a retaguardia de la primera línea de frente o primera línea de fuego. Su principal función era frenar una posible rotura del frente por parte del enemigo. Para ello se desarrollaba un intenso plan de obras y fortificaciones en un lugar estratégico, en el cual, pudiera trabajarse con más eficacia y seguridad, lejos del constante hostigamiento enemigo de las primeras líneas que, lógicamente, intentaba dificultar e impedir el fortalecimiento del adversario.

Los restos que hoy se conservan en esos lugares, son piezas de un incompleto rompecabezas, pequeños fragmentos de una extensa red de trincheras, refugios, almacenes, observatorios y fortificaciones que nos sirven para hacernos una idea de lo que fue el frente en esta zona.

Observando estos vestigios, resulta evidente que el mando republicano dio una importancia de primer orden a la seguridad de este sector, acometiendo una constante mejora, ampliación y reforzamiento de las posiciones a lo largo de toda la guerra. Recorrer estas líneas constituye una magnífica muestra de arquitectura militar y un evocador recuerdo de que aquí, no hace tanto tiempo, hubo una guerra.

Satisfechos con los resultados, sólo nos queda el reconocimiento a los que han hecho posible la ruta, y agradecer, a todos y todas, su asistencia e interés a pesar de que, en ciertos momentos, el tiempo no acompañara.

"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"

Fotografía: Un momento de la ruta del domingo 29 de enero de 2009 (JMCM)

13) El Mauser español 7 mm. o "Chopo"




EL MAUSER ESPAÑOL 7 mm O "CHOPO"

En 1936, el Mauser español Modelo 1893 de 7 mm. era el fusil reglamentario del Ejército Español. El origen de este arma se sitúa en los últimos años del siglo XIX, cuando España acomete el proyecto (con algo de retraso con respecto a otros países europeos) de dotar a sus fuerzas armadas de un cartucho de guerra que sustituyera a los viejos monotiros de pólvora negra. De esta manera, en 1893 aparece el Mauser español de 7mm, con un peso de 3,95 Kg y una longitud de 123,5 cm, con cerrojo y depósito para cinco cartuchos de capacidad en fila, lo que va a suponer una revolución en las tropas españolas, que comenzarán a usarlo en las guerras de ultramar y África. Los soldados llamaban a este fusil "el chopo", y su uso fue muy común entre ambos ejércitos durante la guerra civil.

Este arma de fuego se completaba con una bayoneta, que podía ser de las denominadas "cuchillo-bayoneta", o de las de tipo "machete" (de hoja más larga). De esta manera, podía ser utilizado en el combate cuerpo a cuerpo y en cargas a la bayoneta.

La munición consistía en cartuchos de latón con forma abotellada, fulminante tipo Berdan y pólvora sin humo a base de nitrocelulosa. El proyectil, que podía alcanzar unos 2000 m con una trayectoria increíblemente tensa, era de punta redondeada, con un núcleo de plomo que, debido a la gran velocidad que alcanzaba (unos 800 m/seg.), estaba niquelado o encamisado en bronce.

El uso de esta munición en armas automáticas resultó ser problemático, pues se encasquillaba con facilidad. Por este motivo, en 1913 se diseñó un nuevo proyectil con forma ojival que facilitaba el automatismo de las ametralladoras y fusiles ametralladores. Este tipo de bala se denominó de tipo "P" y podía ser utilizado indistintamente por fusiles y armas automáticas, aunque la de forma redondeada fue siempre de uso mayoritario.

Recorriendo los escenarios de la guerra pueden encontrarse gran variedad de vainas y proyectiles de Mauser 7 mm.: Mexicanos, alemanes, checos… y, por supuesto, españoles. Estas últimas suelen proceder de Toledo (marcaje FNT), Palencia (FNP) y Sevilla (PS), si bien, es frecuente encontrar casquillos sin marcaje (forma de ocultar su origen) o con marcajes cuya procedencia es difícil de precisar (por ejemplo la marca M, de origen poco claro). Las fechas de fabricación que aparecen en los culotes nos demuestran que en la guerra civil española se utilizó armamento muy antiguo, excedentes de la I ª Guerra Mundial y, muchas veces, material de desecho almacenado durante décadas.

Paseando con calma y atención por los viejos campos de batalla, y con un poco de suerte, pueden encontrarse vainas, peines-cargadores y balas que, en su día, no encontraron ningún objetivo, quedando tiradas en el suelo a merced del tiempo y la erosión. Vestigios de una guerra en la que los combatientes disparaban sus fusiles, atacando o defendiéndose de un enemigo que hacía lo propio. Unos vestigios de un tiempo pasado, pero cuyas huellas aun perduran en los campos del noroeste de Madrid, apareciendo, de vez en cuando, a los ojos atentos del paseante, como recordatorio de unos días bélicos cada vez más lejanos y olvidados.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía 1) Cartuchos y vainas de mauser 7 mm. encontradas en el noroeste de Madrid (JMCM)
Fotografía 2)  Peines/cargadores de mauser 7 mm. encontrados en el noroeste de Madrid (JMCM)

miércoles, 21 de enero de 2009

12) Ruta Gefrema en Las Rozas





RUTA DE GEFREMA EN LAS ROZAS

“PROYECTO FRENTE DE BATALLA”, en conexión con uno de sus objetivos principales, el estudio de la guerra civil en el noroeste de Madrid y su divulgación socio-cultural, ha venido colaborando, en los últimos meses, con Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid).Resultado de esta colaboración será la ruta que, el domingo 25 de enero de 2009, desarrollará Gefrema, para sus socios al corriente de pago, en Las Rozas.

Desde “FRENTE DE BATALLA” hemos intentado ayudar a quien será el guía de la ruta, José Ignacio Fernández Bazán. Nuestra colaboración se ha centrado, principalmente, en la localización de fortines, trincheras y otros lugares de interés en la zona noroeste de Madrid, así como en el intercambio de opiniones, interpretaciones y conocimientos, sobre la guerra civil en esta zona.

Javier M. Calvo Martínez, estudioso desde hace muchos años de la guerra civil española en el noroeste de Madrid, ha aportado parte de sus conocimientos, guiando a José Ignacio por el terreno, indicando la situación de las fortificaciones y aportando interesante información sobre la batalla de la Carretera de La Coruña y el frente que se estableció tras ésta.

La ruta, que por la elección de su fecha, pretende conmemorar la batalla de la Carretera de La Coruña, transcurrirá por alguno de los numerosos restos de lo que fueron las líneas de frente republicanas, establecidas en Las Rozas tras los combates de enero de 1937.El recorrido se desarrollará por la Dehesa de Navalcarbón, Fuente del Cura y Nava los Santos. En estos lugares visitaremos los restos de unas veinte fortificaciones de cemento y roca (algunas en un excelente estado de conservación) y otras interesantes huellas que aun se conservan en la zona.

Esperamos que iniciativas de este tipo continúen desarrollándose, contribuyendo, de esta manera, a la difusión y conocimiento de nuestra historia reciente, fomentando un mayor respeto hacia el cuidado y mantenimiento de este patrimonio cultural.

"PROYECTO FRENTE DE BATALLA"

Fotografías de alguno de las fortificaciones que se verán en la ruta.
Fotografías 1 y 2: Dehesa de Navalcarbón (JMCM)
Fotografía 3: Fuente del Cura (JMCM)

sábado, 10 de enero de 2009

11) El Thaelman a Las Rozas



EL THAELMAN A LAS ROZAS

El día 4 de enero de 1937 el frente republicano en el noroeste de Madrid parece venirse abajo irremediablemente. La ofensiva franquista dirigida por el general Orgaz resulta imparable. La Columna Asensio conquista Majadahonda, la de Buruaga toma el vértice Cristo, Barrón ocupa el cruce de carreteras al suroeste de Las Rozas e Iruretagoyena, tras conquistar Villanueva del Pardillo se extiende dirección este para contactar con las tropas de Barrón. La carretera de La Coruña ha sido cortada en diferentes puntos y las columnas franquistas se disponen a converger hacia la capital. Mientras, la columna de García-Escaméz presiona con fuerza en el sector de Pozuelo esperando la llegada del resto de columnas para lanzarse al asalto definitivo.

El general Miaja y su Jefe de Estado Mayor, Vicente Rojo, se esfuerzan por restablecer la situación. Las fuerzas de las que disponen están muy castigadas por los combates. Algunos batallones se encuentran dispersos y desorganizados y con otros se han perdido las comunicaciones. La situación es caótica. En Pozuelo se confía en la XXXVIII Brigada Mixta, pero más al oeste el panorama es totalmente desolador. Parece que los hombres del Campesino resisten en Las Rozas, pero la XI Brigada Internacional pierde terreno y comienza a verse desbordada en el sector del Plantío y el bosque de Remisa. Para colmo de males, la Junta de Defensa informa que las municiones se agotan. Miaja decide enviar a las líneas de fuego cartuchos de fogueo, piensa que mientras se escuchen detonaciones, los atacantes creerán que les disparan y los defensores seguirán en sus puestos. Se pide desesperadamente refuerzos de otros frentes, pero es difícil que estos puedan llegar a tiempo. Hay que apañarse con lo que se tiene.

El mal tiempo y la niebla del día 5 es aprovechada por Orgaz para consolidar sus posiciones y reorganizar las columnas. Iruretagoyena se sitúa en plan defensivo por el terreno conquistado. García-Escaméz mantiene su ataque sobre Pozuelo. Mientras, Buruaga, Asensio y Barrón se preparan para converger hacia Madrid en una acción de tipo "Blitzkrieg" ("guerra relámpago") a pequeña escala, que los mandos alemanes del bando franquista asesoraron y siguieron muy atentamente, y que tan espectaculares resultados daría en la II ª Guerra Mundial años más tarde.

El mando republicano intenta poner orden en el desorden. Para afrontar el problema de las municiones se ordena entregar a los combatientes una dotación de 20 cartuchos en vez de los 300 reglamentarios y se prohíbe disparar hasta que el enemigo se encuentre a tiro seguro. La consigan es resistir a toda costa. El 7 de enero, el batallón Thaelman, integrado desde finales de noviembre en la XI Brigada Internacional, recibe la orden de ocupar posiciones en la carretera de La Coruña, en algún punto difícil de precisar hoy, en el sector de Las Rozas, en torno al Plantío. La orden era: "No retirarse ni un centímetro en ningún caso". Unos 600 hombres, en su mayoría alemanes, ocupan las diferentes líneas de trincheras y accidentes del terreno que conforman la posición a defender y, en tenso silencio, aguardan al enemigo.

Aquí había concentrado Orgaz todos los tanques de su ejército con la esperanza de servirse de la carretera de La Coruña para avanzar rápidamente hacia el este, en dirección a la capital. En este punto se encontraban también concentradas en masa las baterías de la Legión Cóndor alemana. Cuando los mandos republicanos son informados de esta situación por sus enlaces, emiten una orden para que el Batallón Thaelman se retire unos cientos de metros a posiciones más defendibles frente al tremendo ataque que el enemigo está preparando. Pero las comunicaciones son lentas. La orden de repliegue no llega a tiempo y el Batallón Thealman queda aislado de su retaguardia y rodeado por el enemigo.

Cuando los internacionales son conscientes de su crítica situación, deciden cumplir a rajatabla la orden de resistir a toda costa. No han venido a España para rendirse y ser fusilados o entregados a la policía política alemana. Están aquí para luchar. Tras años de persecución política y exilio obligado por la llegada de Hitler al poder, han encontrado en España el lugar donde saldar viejas cuentas con el fascismo. No en balde, el batallón ha sido bautizado con el nombre de Ernst Thäelmann, político alemán detenido por la Gestapo en 1933 y que, en 1944, sería fusilado tras más de 11 años de prisión. Si tienen que morir, lo harán combatiendo, vendiendo cara la vida.

La ofensiva franquista comienza con el bombardeo de la aviación y una intensa preparación artillera. Tras eternos minutos de explosiones y metrallas, el fuego cesa. Por un momento el silencio parece cubrirlo todo. De repente, de las trincheras del Thaelman, donde las bombas parecen no haber dejado a nadie con vida, se comienza a escuchar una voz. Al principio casi no se percibe, pero poco a poco, otras gargantas se van sumando a la primera. Es una canción, un viejo himno revolucionario alemán que los soldados de la Legión Cóndor entienden bien. Como un rugido que sale de las trincheras, los internacionales, con sus canciones, gritan al cielo en su lengua que están ahí, dispuestos a morir matando.

Lo que sucede a continuación sólo los protagonistas podrían contarlo adecuadamente. Durante 24 horas el Batallón Thaelman, armados con fusiles, ametralladoras y bombas de mano van a resistir el empuje de la formidable columna enemiga. Los carros blindados y las fuerzas de choque marroquíes y legionarias, no consiguen hacerse con la posición de los brigadistas. Los defensores rechazan una y otra vez a los asaltantes que llegan hasta sus líneas. A los carros de combate se les frena a base de bombas de manos. Se atan 4 o 5 granadas y suicidamente rectan intentando no ser vistos hasta que tienen al tanque a tiro, entonces lanzan sus cargas explosivas. Muchos caen muertos, cosidos a balazos por las armas automáticas, pero otros consiguen dejar fuera de combate a varios blindados.

El cansancio, el frío, la muerte y las heridas, van haciendo mella entre los internacionales. Las primeras trincheras son ocupadas por los moros, que hacen una carnicería entre los heridos. Con sus gritos de guerra, los norteafricanos intentan minar la moral de los alemanes. La situación se comienza a hacer crítica cuando comienzan a escasear las municiones. Al ver que los tiros disminuyen, los regulares se lanzan al asalto. Es la hora de la lucha cuerpo a cuerpo, de las bombas de mano, de las bayonetas. El momento en el que se muere y se mata a centímetros del enemigo. Con disparos a quemarropa, con las armas blancas, con los puños, con los dientes, con las uñas… La rabia y el horror lo inundan todo y, sin saber muy bien como, los alemanes hacen retroceder a los asaltantes.

Las trincheras están repletas de cadáveres de amigos y enemigos, de heridos que se retuercen de dolor, de sangre propia y ajena. Con las armas y municiones que el enemigo ha perdido o abandonado se continuará la lucha, se aguantará el próximo asalto, sin esperanza ya, de manera desesperada y salvaje. Así horas y horas, el día y la noche, hasta que a la mañana siguiente, convertidas las trincheras en un dantesco cuadro, las fuerzas de Líster consiguen romper el cerco franquista y llegar hasta la posición defendida por los alemanes.

Los refuerzos traen una orden, unir las fuerzas para emprender un contraataque. Los supervivientes contestan: "imposible, el Batallón Thaelmann ha sido destruido". Sólo quedaban 32 hombres de los 600 que lo componían, muchos de ellos gravemente heridos y sin municiones. Los restos del batallón son retirados a Galapagar, la batalla ha terminado para ellos, comienza el proceso de reorganización para poder contar con él lo antes posible. La guerra no da tregua.

Muchas veces, al circular en coche o autobús por la A-6, me he preguntado cual sería el lugar exacto que ocuparía la posición tan tenazmente defendida por el Batallón Thaelman. Es difícil poderlo decir hoy. Todo ha cambiado mucho, lleno de oficinas, restaurantes, urbanizaciones y carriles de circulación. El tiempo ha pasado, arrinconando en el olvido aquellos días de 1937, en el que combatientes de medio mundo vinieron hasta aquí a combatir por unos ideales que hoy se nos escapan. Sin embargo, en ocasiones, al circular por esta carretera, no puedo evitar pensar en aquellos que, de uno u otro bando, se mataron por defender o conquistar una de las humildes lomas que veo por la ventanilla del vehículo, sepultadas hoy bajo el asfalto y los modernos edificios de aluminio y cristal.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía 1: Voluntarios del batallón Thaelman (David Seymour, 1936).
Fotografía 2: Reproducción de una de las banderas del batallón Thaelman.

lunes, 5 de enero de 2009

10) Castillo de Villafranca


CASTILLO DE VILLAFRANCA

El día 3 de enero de 1937, tras varios días de pausa por el mal tiempo reinante, las columnas rebeldes reanudan su ofensiva. Después de jornadas de frío helador, de espesas nieblas y de lluvias intensas, amanece un día esplendido. Es invierno, pero brilla el sol y el paisaje aparece despejado bajo un cielo azul y limpio. “Un buen día para combatir”, piensan los mandos franquistas. “Un buen día para morir”, piensan los legionarios.

Desde las primeras horas de la mañana, apenas los primeros rayos de sol permiten a los observatorios divisar los objetivos, la artillería franquista y la Legión Cóndor comienzan a batir las primeras líneas republicanas. Las trincheras, los puestos fortificados, las vías de comunicación… reciben una intensa lluvia de fuego, metralla y estruendos ensordecedores. Los pueblos de la retaguardia inmediata: Majadahonda, Las Rozas, El Plantío… son también duramente castigados. Los obuses van levantando espesas nubes de polvo, provocando aparatosos incendios, derribando tejados y paredes de los caseríos convertidos ya en frente de batalla. Los pocos vecinos que por un motivo u otro aun no han evacuado estas localidades, huyen ahora apresuradamente de sus casas con lo poco que pueden llevar encima. Irremediablemente, la guerra ha llegado.

Con los prismáticos en los ojos, el coronel José Iruretagoyena Solchaga, al mando de la Columna Izquierda, observa, desde su base de partida, en la orilla sur del río Aulencia, las posiciones republicanas que, en este momento, reciben como desayuno un intenso fuego artillero. Sus tropas pronto tendrán que cruzar el río y lanzarse contra las líneas enemigas. Iruretagoyena tiene a sus órdenes al 7º Regimiento de Infantería, formado por un batallón de tiradores de Ifni, el VI tabor de Tetuán, el II batallón de Serrallo, el VII de Mérida y el VIII de San Quintín. Cuenta también con cinco grupos de caballería pie a tierra, siete escuadrones y una sección a caballo. En general, tropas africanas, fuerzas de elite duras de pelar, acostumbradas al combate, a las explosiones, a la muerte. Como complemento, la columna cuenta con varias baterías artilleras, piezas “antitanque” y una sección de carros de combate.

Frente a ellos, coronando una loma en la confluencia de los ríos Aulencia y Guadarrama, se yergue la tosca silueta del castillo de Villafranca. Una vieja fortaleza medieval de estilo mudéjar castellano. Es este el primer obstáculo que las tropas de Iruretagoyena han de superar.

Los batallones Madrid, Pacífico y Asturias de la 35 Brigada Mixta y la XI Brigada Internacional se encuentran atrincherados en este sector del frente, aguantando como pueden la metralla y las explosiones.

Hacia las 8:00 h de la mañana, las tropas de Iruretagoyena, apoyadas por un intenso fuego artillero comienzan el ataque. La caballería y la infantería se lanzan a las bravas contra los muros del castillo. Los gritos de guerra de los africanos, el repiqueteo de las ametralladoras, el relinchar de caballos muertos y heridos, llenan el ambiente. En la fortaleza se siente el miedo, se creen desbordados, incapaces de enfrentarse a lo que se les viene encima. La situación se viene abajo para los republicanos. Los defensores se retiran desordenadamente, invadidos por el pánico. En la desordenada huida quedan, abandonados en el castillo armas, documentos, muertos y heridos que no pueden escapar.

Los asaltantes ocupan su primer objetivo sin demasiadas pérdidas. El primer asalto concluye con un éxito total. En el Parte Oficial de Guerra Nacional emitido la noche del 3 de enero de 1937 podrá leerse:

“En el frente de Madrid se ha llevado a cabo un importante avance en el sector de Boadilla del Monte-Villanueva de la Cañada, ocupándose por nuestras tropas, después de brillantísimo combate, en que el enemigo fue desalojado en sus líneas de fortificación, los puntos siguientes: Villafranca del Castillo, Castillo de Villafranca, posiciones al norte de Romanillos y Manilla, Casa de Valdecañas y Casa del Guarda. Se cogieron al enemigo dos tanques rusos con cañón, ametralladoras, fusiles ametralladores, fusiles, camionetas y varios coches ligeros. El número de muertos que abandonó en el Castillo de Villafranca, Casa del Guarda, trincheras y otros puntos, es muy elevado, contándose entre ellos un comandante francés, que mandaba los carros, un capitán y dos tenientes de la misma nacionalidad, pertenecientes a la llamada Brigada Internacional y muchos otros franceses de baja categoría”.

No es más que el principio. Son sólo las primeras horas de la tercera fase de la Batalla de la Carretera de La Coruña y quedan por delante muchos días de lucha, de asaltos a la bayoneta, de bombas de mano, de ataques aéreos y artilleros. El día acaba de empezar y la columna de Iruretagoyena tiene que seguir avanzando en dirección Villanueva del Pardillo.

El frente republicano se ha roto. El Alto Mando de la Defensa intenta desesperadamente cerrar las brechas abiertas por el enemigo. La estampida de los defensores de Villafranca ha creado una situación delicada, casi crítica. Vicente Rojo, Jefe del Estado Mayor de Madrid, ha llegado al límite de su paciencia con Kleber. Inmediatamente ordena su destitución, sin demora y en el mismo terreno de los combates, entregando el mando del sector al comandante Cuevas.

Los muros del castillo de Villafranca se encuentran plagados de las cicatrices de la guerra. Esta importante posición volvería a verse envuelta en los terribles combates de la Batalla de Brunete, en el verano de 1937, de los que posiblemente hablemos algún día en este blog. En la actualidad, la zona esta ocupada por fincas privadas, cotos de caza, picaderos de caballos. Todo esta cercado por vallas y alambradas que impiden el paso. La fortaleza sólo puede verse desde la distancia, pero su silueta sigue transmitiendo una fuerza y magnetismo especiales. No resulta del todo difícil imaginar a las tropas de choque de Iruretagoyena subiendo las rampas que llevan a las murallas y torre del homenaje donde yacían, muertos o heridos, numerosos combatientes nacionales e internacionales.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía 1: Castillo de Villafarnca en los años 70 del siglo XX, en la que aun podían apreciarse restos de la estructura de la cubierta y la veleta que la coronaba.
Fotografías 2 y 3: Castillo de Villafranca en la actualidad (JMCM)

domingo, 4 de enero de 2009

9) Intento de resumen de una batalla





INTENTO DE RESUMEN DE UNA BATALLA

No resulta fácil narrar el desarrollo de una batalla en un espacio reducido como es este blog. Enumerar todos los detalles de los combates, las tropas implicadas, los sucesos y protagonistas resultaría largo y puede que hasta aburrido si el interés sobre la misma no pasa de la simple curiosidad. Son otros los cauces apropiados para un estudio profundo y riguroso del tema. Por esta razón, aquí me limitaré a desarrollar sólo un pequeño resumen, a modo de esquema, de lo que fue la Batalla de la Carretera de La Coruña, tema central en torno al cual se articula este blog, dejando para futuros apartados el entrar en detalles y episodios importantes o curiosos de la misma.

Lo que comúnmente se conoce como la Batalla de la Carretera de La Coruña consistió, en realidad, en una serie de operaciones militares cuya iniciativa partió, en su mayor parte, del ejército franquista. Fracasado el ataque frontal contra Madrid, Franco y sus generales planifican un ataque envolvente por el oeste de la capital con el objetivo principal de cortar las comunicaciones republicanas con la sierra (aislando así a las tropas enemigas allí desplegadas, y privando a la ciudad de los suministros de electricidad y agua de los embalses), intentando aliviar a la vez la delicada situación en que se encuentran sus tropas en el frente de la capital (Ciudad Universitaria, Casa de Campo, Campamento...) , sin rechazar, si se veía posible, un nuevo intento de atacar Madrid, esta vez por el noroeste.

El primer ataque va efectuarse el 29 de noviembre de 1936. Tres columnas al mando del general Varela reciben la orden de ocupar la línea formada por Húmera, Pozuelo y su estación, Aravaca, Cuesta de Las Perdices y Cerro del Águila, cortando la carretera de La Coruña y tomando el Pardo, para lanzarse sobre Madrid. Los legionarios y las tropas marroquíes se lanzan con decisión al combate, consiguiendo algunas posiciones importantes, pero terminan chocando con una tenaz resistencia de los republicanos que tras jornadas de intensos combates, en los que se verán obligados a retirarse a las afueras de Humera  perdiendo también puntos importantes de Pozuelo, lograrán neutralizar la ofensiva enemiga.

Sin embargo, Franco no se deja contrariar por este primer fracaso y planifica una nueva operación para romper la línea de frente y alcanzar el objetivo de la carretera de La Coruña. De nuevo, tres columnas van a entrar en acción con el mismo objetivo, pero esta vez ampliando el arco de maniobra 12 km. más al oeste. La ofensiva partiría de Quijorna, Brunete y Villaviciosa de Odón para tomar Boadilla del Monte, Villanueva de la Cañada y Villanueva del Pardillo, alcanzando la carretera de La Coruña a la altura de Las Rozas y Majadahonda para desde aquí converger sobre la capital. Se trataba de una amplia maniobra con un complejo desarrollo que alejaba las operaciones varios kilómetros de Madrid, llevando la lucha a campo abierto, donde las tropas franquistas se habían mostrado muy superiores a las republicanas.

El 14 de diciembre se inicia el avance franquista, comienza así lo que se ha denominado la Batalla de la Niebla, por estar ésta muy presente a lo largo de los combates. Las tropas de Varela, tras jornadas de furiosos ataques y contraataques, conseguirán asegurar las conquistas de Boadilla del Monte y Villanueva de la Cañada, de donde ya no serán capaces de pasar. Era el 23 de diciembre de 1936 y el segundo intento de cortar la Carretera de La Coruña había fracasado nuevamente.

Los combatientes republicanos iban ofreciendo cada vez una resistencia más fuerte y organizada, perdían terreno, pero a cambio de infligir muchas bajas a los atacantes, defendiendo correosa y obstinadamente las posiciones y contraatacando con decisión cuando tenían ocasión. Por su parte, las fuerzas franquistas habían fracasado dos veces en sus objetivos, pero no estaban dispuestas a renunciar. Eran tropas muy fogueadas, con una gran experiencia de combate y, a pesar de las muchas bajas sufridas, sobradas de decisión y coraje. Ambos bandos, conscientes de lo mucho que se estaban jugando en el noroeste madrileño, habían ido incrementando sus fuerzas, consolidando, dentro de sus posibilidades, sus respectivos frentes.

El corte de la Carretera de La Coruña constituía un objetivo primordial para los franquistas, por ello, a principios de enero de 1937 volverían a intentarlo. Entre ellos, posiblemente alguno pensaría en el clásico dicho: “a la tercera va la vencida”. Para ello concentrarían la fuerza más grande empleada hasta aquél momento: la División Reforzada de Madrid, unos 25.000 hombres, apoyados por una importante masa artillera y aviación al mando del general Orgaz, a la que se sumaban los efectivos de la Legión Cóndor alemana. Frente a esta fuerza los republicanos tenían desplegadas en el terreno a la 8ª y 5ª División, fruto de los esfuerzos del mando de la defensa de Madrid por militarizar a las milicias y dotarse de un ejército profesional, pero cuya organización no se había finalizado por completo, contando por ello con numerosas carencias.

El 3 de enero los franquistas rompen nuevamente el frente. Conquistan Villafranca del Castillo, Majadahonda, Las Rozas, el Plantío y avanzan sobre Madrid por la Carretera de La Coruña para enlazar con las tropas que atacan Pozuelo y Aravaca, pueblos que serán ocupados los días 7 y 8 de enero respectivamente. El día 9, con la conquista de la Cuesta de las Perdices y el Cerro del Águila, la ofensiva franquista se detiene. Los contraataques republicanos de los días siguientes, a pesar de algunos éxitos puntuales, no lograran expulsar al enemigo de sus posiciones conquistadas y finalmente, el 16 de enero de 1937, la Batalla de La Carretera de La Coruña llega a su fin.

Las tropas franquistas habían logrado avanzar unos 20 kilómetros, conquistando media docena de pueblos y alcanzando la ansiada carretera de La Coruña, ocupándola desde Las Rozas hasta la Cuesta de las Perdices. De esta manera lograban asegurar su flanco izquierdo. Los republicanos, una vez más, habían salvado la capital y, aunque la carretera había sido cortada, quedaba garantizada la comunicación con las guarniciones y los suministros de la sierra por las carreteras secundarias que atravesaban el Monte de El Pardo. La batalla, que había durado cerca de un mes y medio, había supuesto un increíble desgaste para ambos bandos. El número de bajas, como siempre, resulta problemático. Algunos autores hablan de varios miles, entre los muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros de ambos bandos. Sea o no exagerada esta cifra, no cabe duda de que fueron muchos cientos los que cayeron para siempre en aquellas jornadas de frío, niebla, furia y fuego.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Mapas: "La guerra civil española mes a mes, nº 8", Biblioteca El Mundo. Basados en los trabajos de J. M. Martínez Bande y en los croquis de de J. A. Hernández Serrano.