domingo, 5 de julio de 2009

38) las Fuerzas Atacantes en el NO de Madrid


LAS FUERZAS ATACANTES EN EL NOROESTE DE MADRID

El general Mola había diseñado el alzamiento militar meticulosamente. Los asesinatos del teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo y del parlamentario monárquico José Calvo Sotelo precipitaron las cosas y el golpe se puso en marcha. Entre los días 17 y 20 de julio de 1936 se sucedieron los actos de rebelión en 44 de las 51 principales guarniciones. Casi toda la flota, parte de la aviación y la mitad de las Fuerzas de Orden Público se sublevaron. Además, los rebeldes se hicieron con el control de 5 sedes de División Orgánica (Burgos, La Coruña, Sevilla, Valladolid y Zaragoza) y sólo en tres (Barcelona, Madrid y Valencia) las milicias de los partidos y sindicatos y las Fuerzas de Orden Público que permanecieron fieles a la República lograron abortar el golpe.

A pesar de todo, los sublevados pronto pudieron comprobar que las cosas no iban a resultar sencillas. La marinería se amotinó contra sus oficiales rebeldes, y la flota bloqueó el estrecho de Gibraltar, impidiendo el rápido traslado del Ejército de África a la península. Aunque el golpe había triunfado en importantes zonas, la mayor parte de las guarniciones rebeldes se encontraban en una situación delicada, viéndose amenazadas en sus retaguardias y teniendo que atender a importantes focos de oposición en sus respectivas zonas.

De esta manera, Mola sólo pudo destacar hacia Madrid (principal objetivo de los rebeldes una vez que el golpe había fracasado, convencidos de que su control haría caer al gobierno) tres columnas procedentes de Pamplona, Burgos y Valladolid, las cuales, quedarían detenidas en los puertos del Sistema Central (Somosierra al Norte y Alto del León al Oeste) por tropas gubernamentales y columnas de milicianos.

El decidido apoyo de Alemania e Italia (materializado en el inmediato envío de 20 Junkers-52 y seis cazas Heinkel-51 alemanes, más 9 bombardeos Savoia-81 tripulados por italianos), permitió a los sublevados sortear el bloqueo con el que la flota republicana sometía al estrecho de Gibraltar, y las tropas del Ejército de África (legionarios y regulares) comenzaron a llegar a la península, en el que es considerado el primer puente aéreo de la historia.

Mientras, por todo el país se sucedían las acciones y operaciones de lo que empezaba a parecer una guerra convencional. Ante el temor de un avance de los rebeldes desde Andalucía, el gobierno republicano concentró unos 3.000 hombres en Despeñaperros, al mando del general Miaja, con el objetivo de cortar el paso hacia Madrid. Franco, jefe del Ejército de Marruecos, decidió lanzar sus tropas contra la capital por la ruta extremeña. En total, tres columnas, con el nombre de “Columna Madrid”, al mando del coronel Juan Yagüe, que desarrollando un vertiginoso y contundente avance, lograron situarse en el valle del Tajo a finales de agosto de 1936. El 9 de septiembre, la “Columna Madrid” lograba enlazar, en la zona de Gredos, con las columnas de Mola.

Yagüe fue sustituido por Varela al frente de la “Columna Madrid”, que reforzada con nuevas tropas, alcanzó el 25 de septiembre el río Guadarrama a la altura de Maqueda. El 28 era liberado el Alcázar de Toledo, lo que encumbró la figura de Franco dentro del bando rebelde, siendo nombrado generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire y Jefe del Gobierno del Estado por la Junta de Defensa Nacional de Burgos.

Bajo la dirección de Franco se constituyó una Junta Técnica del Estado, con el general Fidel Dávila a su frente, y se dividieron las tropas en dos Ejércitos: el del Sur (al mando de Queipo de Llano), y el del Norte (dirigido por Mola). A la vez, las informes agrupaciones de columnas que se habían ido formando durante el avance por el valle del Tajo, se encuadraron en Divisiones.

Entre estas nuevas Divisiones, la 7ª, mandada por Varela e integrada por las fuerzas procedentes de África que habían liberado el Alcázar, recibió la misión de apoderarse de Madrid. El 20 de octubre, Varela inició el avance simultáneo por las carreteras de Extremadura, Toledo y Andalucía. El 6 de noviembre, la División Varela alcanzaba los arrabales de la capital. La batalla de Madrid iba a dar comienzo.

Los asaltantes diseñaron un plan para atacar frontalmente a la ciudad: por el sur, entre los puentes de Toledo y de Segovia, fijarían a los defensores, haciéndoles distraer fuerzas. Mientras, el ataque principal se efectuaría por el oeste, desbordando las líneas enemigas y avanzando a cubierto por la Casa de Campo, para penetrar en la ciudad por el paseo de Rosales y la Moncloa. El 7 de noviembre comenzó la batalla, que se prolongó hasta el 23 de noviembre, día en el que Franco y Mola, muy desmoralizados ante la correosa resistencia desarrollada por los defensores de la ciudad, decidieron suspender el ataque, quedando consolidado el frente en la ribera del Manzanares con un pequeño entrante en la Ciudad Universitaria.

A partir de este momento, los dos ejércitos enfrentados comenzaron un intenso proceso de consolidación y estructuración de sus fuerzas. El nuevo Ejército Nacional pudo desarrollarse con más facilidad que el bisoño Ejército Popular de la República, debido a la mayor unidad política y militar reinante en sus filas, y a que disponía de un gran número de oficiales profesionales, careándose a la vez, la figura del “alférez provisional” (estudiantes y titulados universitarios que recibían una somera formación militar) para suplir la carencia de mandos subalternos. Por otro lado, las recién creadas Divisiones encuadraron perfectamente, tanto a las unidades orgánicas ya existentes, como a los nuevos efectivos que se iban reclutando.

El fracaso en el ataque frontal a Madrid decidió a los mandos nacionales a trasladar los combates a los flancos. El 29 de noviembre, Varela ataca Pozuelo con tres tabores de regulares y dos compañías de carros alemanes, apoyados sus flancos por las tropas de la Casa de Campo, al este, y por un grupo de caballería al oeste. Comienza así la batalla de la carretera de La Coruña, cuyo primer asalto por parte de los nacionales, termina en un nuevo fracaso.

El rumbo que iba adquiriendo la contienda obligaba a un cambio de estrategia y hacía necesario multiplicar los efectivos con los que se contaba. Por ello, Franco agrupó a las fuerzas que operaban en el frente de Madrid en un Cuerpo de Ejercito, creado sobre la base de la División Reforzada de Madrid, más las de Ávila y Soria, y la brigada de Cáceres, al mandado por el general Saliquet.

La División Reforzada de Madrid (unos 20.000 hombres) quedó al mando del general Orgaz, mientras otros 10.000 hombres, al mando de Varela, constituyeron una masa de maniobra con el objetivo de mejorar la situación de las vanguardias situadas en Ciudad Universitaria y Casa de Campo, intentando a la vez, el corte de la carretera de La Coruña y la profundización hacia la carretera de Burgos por el Monte del Pardo. El 13 de diciembre se inicia, desde las bases de Brunete y Villaviciosa de Odón, el segundo intento de cortar la carretera de La Coruña. El 16 de diciembre, el poderoso avance nacional es incapaz de progresar más allá Boadilla del Monte y Villanueva de la Cañada (donde resultará herido el propio Varela).

El nuevo fracaso no hace desistir de su empeño a los mandos franquistas. Casi 15.000 legionarios y regulares, encuadrados en cinco unidades de tipo brigada, cada una de ellas apoyada por una compañía de carros y cuatro baterías (más ocho baterías de acción de conjunto), entran en acción el 3 de enero de 1937. Comenzaba el definitivo asalto a la carretera de La Coruña, que finalizaría, tras jornadas de terribles ataques y contraataques, el 16 de enero, con el corte de la ansiada carretera y la ocupación por parte de los nacionales de una gran cantidad de pueblos al oeste y noroeste de Madrid.

Los nacionales no quieren renunciar a la capital y, para no perder la iniciativa, desarrollan nuevas operaciones de envolvimiento, esta vez al este de Madrid (batalla del Jarama, febrero de 1937), y por el norte (batalla de Guadalajara, marzo de 1937), en las cuales, tampoco se alcanzan los objetivos previstos.

Comienza así en torno a la capital una guerra de posiciones, en la que ambos ejércitos procuran asegurar sus zonas. De esta manera va estableciéndose una línea de frente en la que se desarrollarán intensos y continuos trabajos de fortificación, y por la que circularán diversas unidades a lo largo de la guerra.

El 3 de junio de 1937, el Mando supremo nacional procede a una nueva reorganización de sus tropas. Se crea así, el Ejército del Centro, con Cuartel General en Valladolid, al mando del general Saliquet. Este Ejército del Centro estaba formado por tres Cuerpos de Ejército: el V o de Aragón, el VII o de Castilla la Vieja y el I o de Madrid, más el llamado Sector de Cáceres y la Reserva General.

El I Cuerpo de Ejército, al mando del general Varela, se componía de las Divisiones 71, 72 y 74, mandadas por los generales Iruretagoyena, Asensio y por el coronel Carroquino.

La División 71 (Iruretagoyena), con cuartel general en Boadilla del Monte, defendía el frente desde el Guadarrama a la carretera de Extremadura.

Al comienzo de la batalla de Brunete (julio de 1937), el frente en el que se iba a desarrollar ésta, estaba guarnecido por la 71 División del Cuerpo de Ejército de Castilla (Varela), al oeste del río Guadarrama, y por la 11 del de Madrid (Yagüe), al este de dicho río. Iniciada la ofensiva republicana, Franco confió el mando conjunto a Varela, reforzando el sector con la 13 División y otras unidades sueltas del frente de Madrid. Ante la potencia del ataque republicano Franco suspendió su ofensiva sobre Cantabria y procedió al envío de la IV y V Brigadas de Navarra, las Divisiones de Cáceres y León, y parte de los aviones de la Legión Cóndor.

La batalla de Brunete supuso un importante movimiento de tropas y, tras un tremendo desgaste de ambos contrincantes, conllevó algunas alteraciones y modificaciones del frente, al ocupar la República la bolsa de terreno comprendida entre Quijorna, Villanueva del Pardillo y Villanueva de la Cañada. De esta manera, en la zona que había sido escenario, en enero de 1937, de la batalla de la carretera de La Coruña, el Ejército nacional, tras la batalla de Brunete, estableció una línea de frente que, más o menos, se extendía desde la margen izquierda del río Perales, hasta la Cuesta de las Perdices.

Por este sector pasaron las Divisiones 11 (hasta junio de 1938), 16 (junio-julio de 1938) y 20 (desde agosto de 1938 hasta el final de la guerra en marzo de 1939). Esta última, la 20 División, se había creado el 1 de mayo de 1938, como reserva del Ejército Centro. El Jefe de la División era el coronel de Infantería Alberto Caso Agüero, mientras que el teniente coronel Manuel Alonso García ostentaba el cargo de Jefe de Estado Mayor.

La 20 División actuó en el frente de Extremadura, hasta que en la segunda quincena de julio de 1938, fue enviada al frente de Madrid para cubrir el sector comprendido entre el río Perales y la Cuesta de las Perdices.

Las reformas que experimentaron las Divisiones nacionales a finales de 1938, hicieron que la 20 División, con el coronel de infantería Alberto Caso Agüero como Jefe de la misma, pasase a depender del I Cuerpo de Ejército.

En enero de 1939, el Ejército republicano, casi a la desesperada, desarrolló una fuerte (y poco conocida) ofensiva en el sector de Brunete. Dicha ofensiva resultó un fracaso total, entre otros motivos, porque la orden de operaciones republicanas fue filtrada a la red madrileña del Servicio de Información y Policía Militar (SIMP), lo que proporcionó a las tropas nacionales del Guadarrama la posibilidad de prepararse y neutralizar el ataque. En estas acciones, la 20 División nacional jugaría un papel destacado.

La mayor parte de fortificaciones nacionales existentes en el oeste y noroeste madrileño, corresponden a trabajos realizados a partir del momento en que la 20 división se hace cargo de éste sector del frente, mejorando y perfeccionando las posiciones existentes y reforzando el frente con un importante número de fortines, algunos de cuyos restos aun pueden verse distribuidos por el entorno.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía: La Legión en Alcorcón en su avance hacia Madrid, noviembre de 1936 (Archivo Fernández Larrondo).

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