viernes, 29 de octubre de 2010

96) Escaramuzas


ESCARAMUZAS

Finales de julio de 1938. Cae la noche sobre las posiciones más occidentales de la 111ª Brigada Mixta. En las trincheras de primera línea, tras largas horas aguantando los terribles efectos del tórrido verano madrileño, llega por fin el leve frescor nocturno. Un frescor acrecentado por la humedad que proporciona la cercanía del río Guadarrama y alguno de sus arroyos.

Las sombras nocturnas han ido envolviéndolo todo. El silencio es casi completo. Las descargas y tiros sueltos que a lo largo del día cruzan el aire, por fin han cesado, escuchándose sólo el monótono canto de los grillos. Todo parece tranquilo. Una tranquilidad inquietante y peligrosa.

En sus puestos de vigilancia, los centinelas permanecen alerta. Las posiciones enemigas están próximas, muy próximas. La oscuridad nocturna impide verlas, pero se conoce exactamente su ubicación. Son ya muchos los meses que llevan vigilándose, hostigándose, acosándose… Largos meses de una guerra de trincheras en un frente estable y sólido, pero no por ello inactivo. Son innumerables las pequeñas acciones de combate, golpes de mano, descubiertas, guerra de minas, etc. que llevan desarrollándose en el sector desde los primeros días de guerra.

En las posiciones republicanas, esta noche, se respira cierta tensión. Los nervios por la proximidad del peligro recorren las trincheras de primera línea. Una sección se prepara para entrar en acción. Los soldados se ayudan los unos a los otros, se ajustan los equipos y correajes, comprueban sus fusiles y cargadores, se reparten las bombas de mano, calan las bayonetas… Todo ello en silencio, sin palabras, concentrados en sus pensamientos y temores. Una ansiedad contagiosa flota en el ambiente, provocando el deseo de que todo empiece de una vez. De que todo, por fin termine.

Los oficiales revisan a sus soldados, mientras, en sus mentes, repasan las órdenes recibidas. La Orden de Operaciones marca como objetivo principal infiltrarse en zona enemiga, capturar prisioneros para ser interrogados y apoderarse de todo el equipo posible, destruyendo o saboteando el que no pueda ser transportado. La misión es peligrosa y de resultado incierto. El enemigo, como siempre, permanecerá alerta y es muy probable toparse con grupos de vigilancia que, en plan comando, recorren la tierra de nadie para no dejarse sorprender por este tipo de acciones. Acciones que suelen causar bajas en ambos bandos.

La hora fijada se acerca. Reptando entre las alambradas, regresan los exploradores que poco antes salieron para inspeccionar el terreno. Todo parece normal, la sección de combate puede salir de sus trincheras y dirigirse hacia sus objetivos. La operación se pone en marcha. Los centinelas ven perderse en la oscuridad nocturna a los soldados que salen de descubierta. Aunque se intentará actuar limpiamente, en silencio y sin despertar la alarma, es muy posible, casi seguro, que pronto comiencen a escucharse los sonidos de la lucha: disparos sueltos, explosión de bombas, algún grito… Una noche más, la sangre correrá en este sector del frente.

Esta acción de descubierta sería recogida en la documentación de la 8ª División republicana:

PARTE DE OPERACIONES Nº 483

25 DE JULIO DE 1938

Actividad:

A las 22:30 h de ayer, en el subsector de la 111 Brigada Mixta, por una sección de fuerzas propias, se realizó una descubierta hacia las posiciones enemigas de Guadarrama Oriental y Antitanque, con objeto de capturar escuchas establecidos en dichos lugares.

En la cuneta de la carretera de Villanueva del Pardillo a Majadahonda se observó un doble puesto de escucha que fue abandonado por éstos al observar nuestra próxima presencia, encontrándose nuestras fuerzas con una patrulla enemiga y, al intentar detenerla, se estableció ligero combate a base de bombas de mano, logrando hacer cuatro bajas.

Al procurar retirar éstas, tuvieron nuestras fuerzas que replegarse rápidamente ante la presencia y superioridad de las contrarias. Por nuestra parte no hubo bajas.

No es la primera vez (ni será la última) que en este blog tratamos acciones de este tipo (ver por ejemplo “LOS PELIGROS DE LA NOCHE”). Pequeñas escaramuzas que fueron muy habituales a lo largo de toda la guerra en los frentes estables de Madrid. Una actividad bélica de baja intensidad, pero que, poco a poco, provocó numerosas bajas en ambos ejércitos. Una cotidiana sangría característica de la guerra de posiciones que, en el noroeste madrileño, se cobraría su tributo de muertos, heridos y prisioneros.

Con mucha frecuencia, circulo por la misma carretera en torno a la cual se desarrollaron acciones como la que aquí recojo. La M-509, que une Majadahonda con Villanueva del Pardillo, ha cambiado poco en su trazado pero, lógicamente, su aspecto no tiene nada que ver con el que mostraba en aquellos días de guerra. He recorrido cientos de veces esta zona, muy modificada en algunos puntos, pero que apenas ha cambiado en otros muchos. A fuerza de largos paseos y de numerosas lecturas de libros y documentos he ido reconstruyendo en mi mente parte de ese Pasado que, afortunadamente, no tuve que vivir.

Esta combinación de trabajo de campo, estudio de fuentes y un poco de imaginación me proporciona una especie de maquina del tiempo con la que recorrer ciertos lugares. Una manera de intentar comprender, interpretar, evocar y sentir sobre el terreno, lo que voy descubriendo en los libros y documentos.

De esta manera, el contenido de los partes, informes, órdenes, etc. que descansan desde hace más de setenta años en los archivos, toman forma y sentido en mis largos paseos por los viejos y olvidados escenarios de guerra, convirtiéndose en una experiencia especial y emocionante.

El noroeste madrileño está repleto de lugares en los que se vivieron todo tipo de escaramuzas. Escaramuzas olvidadas y desconocidas en la actualidad, pero que, durante cerca de tres años, se sucedieron de forma cotidiana. A veces, es posible toparse con vestigios de aquellos días (balas, alguna vaina, los fragmentos de una bomba de mano…), pero en general, su recuerdo ha sido engullido por el paso del tiempo, sin dejar el menor rastro. De vez en cuando, al consultar los legajos y carpetas de viejos documentos, aparecen referencias de esta parte de la Historia, prácticamente olvidada y desconocida.

La escaramuza de la que aquí hablamos, es solo un ejemplo.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografía: Soldados republicanos equipados para entrar en acción.

Documentación procedente del AGMA

martes, 12 de octubre de 2010

95) Puntería



PUNTERÍA

Hace unos días, al pasear por algunas de las trincheras republicanas que aun existen en Las Rozas, me encontré con esta moneda que algún tirador experimentado había utilizado para afinar la puntería.

El orifico parece corresponder a un proyectil de 9 mm o similar, utilizado por algunas armas cortas, bien revolver, bien pistola. El hallazgo, irremediablemente, me izo recordar los clásicos westerns, en los que duros pistoleros hacían alarde de puntería disparando sus míticos Colt “Peacemarker” o sus emblemáticos Smith&Wesson.

De repente, personajes históricos como Billy de Kid, Jesse James, Calamity Jane, Butch Cassidy… o de ficción como Blueberry, Mc. Coy, Gringo o Josey Wales, empezaron a desfilar por mi memoria, trayéndome recuerdos de algunos de los libros, películas y tebeos con los que había disfrutado en mi infancia.

Como en aquellas historias, alguien había probado puntería con una moneda y, setenta años después, yo me topaba con la evidencia. ¿Se trataba de ejercicios de tiro, de algún tipo de apuesta, o de un simple pasatiempo entre los combatientes que durante largas y aburridas jornadas permanecían en las líneas del frente? Imposible saberlo, pero resulta curioso imaginar la escena y, al hacerlo, ¿cómo no evocar esas viejas historias del Lejano Oeste?

La moneda, aunque muy deteriorada, es del Gobierno Provisional de 1870 (de esas de la “perragorda” y la “perrachica”) y la bala que la ha atravesado ha dejado un perfecto orificio de entrada y salida. Viendo el destrozo, no quiero ni imaginar lo que un pequeño proyectil de estos causa al entrar en el cuerpo humano.

Hace ya algún tiempo, también en unas trincheras de Las Rozas, aunque éstas nacionales, encontré una vaina de Mauser que parecía haber sido empleada también como blanco de tiro. No sé si este tipo de prácticas eran frecuentes en las trincheras de Madrid, pero al menos, los dos ejemplos de los que hablo aquí, demuestran que había muy buenos tiradores en ambos ejércitos, ya que me figuro que no debe de ser nada fácil acertar a blancos tan pequeños, y menos con las armas de la época.

Encontrar restos históricos resulta siempre sugerente e incluso emocionante. Al menos, a mí, me lo parece. Una especie de nexo de unión entre el Pasado y el Presente. Por ello, me ha parecido interesante compartir este curioso hallazgo con los lectores y lectoras de este blog.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Fotografías: Anverso y reverso de la moneda (JMCM)