martes, 7 de diciembre de 2010

98) Golpe por golpe


GOLPE POR GOLPE

A estas alturas, quienes siguen este blog deben de estar familiarizados ya con nombres como Casa Camorra, Casa de Cuba, Casa Amarilla, Ermita de Camarines… viejos topónimos de guerra situados, todos ellos, en la Cuesta de las Perdices.

Han sido varios los artículos que he dedicado a este convulso y emblemático sector del frente ubicado en la carretera de La Coruña. Uno de los puntos en los que la tierra de nadie fue más estrecha, podría decirse que reducida a su mínima esencia, y en donde los golpes de mano se sucedieron ininterrumpidamente a lo largo de toda la contienda. No quiero repetirme y, por ello, remito a anteriores entradas de este blog a todo el que quiera refrescar la memoria (“CUESTA DE LAS PERDICES”, “CASA CAMORRA”, etc.).

Seguir el rastro de todas las operaciones que tuvieron lugar en este punto, conocer las diferentes unidades que por aquí pasaron y delimitar con precisión las posiciones que unos y otros ocuparon a lo largo de los casi tres años de guerra, resulta verdaderamente complicado. En la Cuesta de las Perdices se desarrolló un muy especial tipo de guerra, combatiéndose arduamente por el control de pequeños palmos de terreno, en un confuso contexto de edificios en ruinas, profundas e intrincadas trincheras, subterráneas minas y contraminas, combates cuerpo a cuerpo y un desolado paisaje lunar repleto de cráteres de explosiones, escombros y todo tipo de destrucciones.

Llevo tiempo intentando establecer una mínima cronología de la guerra en este sector, pero cuanto más creo avanzar en este objetivo, más dudas y preguntas me surgen. Más o menos, está claro que fue en este punto donde las tropas de Franco se vieron definitivamente frenadas en enero de 1937. Las características del lugar, en el que existía un buen número de construcciones (hotelitos, restaurantes, etc.) posibilitó el desarrollo de un espeso sistema defensivo por parte de los republicanos, que dio lugar a una confusa lucha entre ruinas y escombros por el control de esos edificios. Tras jornadas de un intenso pulso, puede decirse que ninguno de los dos ejércitos consiguió imponerse sobre el otro y, agotados física y materialmente, terminaron la partida en una especie de tablas, procediendo rápidamente a fortificarse lo mejor posible en sus inestables posiciones.

Estas circunstancias dieron lugar a un movedizo frente que obligó, a unos y otros, a una constante actividad defensiva, una defensa que implicó obligatoriamente pequeñas y constantes acciones ofensivas encaminadas a lograr alguna mínima ventaja sobre el oponente: obtener observatorios, eliminar desenfiladas en los planes de fuego, desalojar al enemigo de puntos peligrosos, lograr la hegemonía en la amenazante guerra de minas que se desarrolló en el subsuelo, etc.

Seguir la pista de todo ello es confuso y complicado, quedando muchos huecos por rellenar y abundantes dudas que resolver. El problema no está solo en el estudio e interpretación de las acciones de combate y de las unidades que participaron en ellas, la cosa se complica enormemente porque el lugar en sí, la Cuesta de las Perdices, ha experimentado profundas transformaciones desde entonces y, la mayoría de los topónimos y referencias que aparecen en la documentación, dejaron de existir hace muchas décadas.

Casa Camorra, Casa de Cuba, Casa Amarilla… son lugares difíciles de ubicar con exactitud hoy en día. Sin embargo, esa labor es esencial para poder profundizar en el desarrollo de la guerra en la Cuesta de las Perdices. Algunos de estos edificios, separados entre ellos por unas pocas decenas de metros, cambiaron de manos varias veces, en ocasiones, en muy breve plazo de tiempo. Uno de los ejemplos más característicos es el de la Casa de Cuba, de la que ya he comentado algo en diferentes puntos de este blog. Construcciones que terminarían reducidas a montones de escombros, pero por cuyas ruinas se seguiría combatiendo ininterrumpidamente.

En su día (“CASA CAMORRA” y “CASA CAMORRA (2ª PARTE)”), traía a este blog, rescatándola del olvido absoluto en el que se encontraba, una de las muchas acciones de combate que tuvieron lugar en la Cuesta de las Perdices. Se trataba de un golpe de mano realizado por fuerzas de la 20 División Nacional a finales de agosto de 1938. La acción, que se inicio en las posiciones de Casa Camorra, logró desalojar a los republicanos de las construcciones que ocupaban al otro lado de la carretera de La Coruña.

El ataque de los nacionales tuvo un importante éxito inicial, pero los republicanos no iban a quedarse quietos. Inmediatamente se lanzaron varios contraataques que, a pesar de algún pequeño y momentáneo éxito, quedarían prácticamente neutralizados, lo que provocó una seria reprimenda por parte del Mando a las unidades del sector, tanto por haberse dejado arrebatar las posiciones, como por ser incapaces de recuperarlas en los sucesivos contraataques desarrollados. La cosa no podía quedar así, y no se pararía hasta lograr algún tipo de éxito que volviera a equilibrar la balanza. De esta manera, pocos días después, el 4 de septiembre de 1938, el ABC de Madrid se hacía eco de ciertos éxitos militares en la Cuesta de las Perdices, los cuales, si bien no lograban desalojar por completo al enemigo de sus recientes conquistas, por lo menos, conseguían arrebatarles algunos puntos de gran importancia, creándoles nuevamente una situación delicada y peligrosa. Reproduzco otra vez fragmentos de la noticia publicada en ABC por parecerme especialmente ilustrativa.

“UNA FELIZ OPERACIÓN EN LA CUESTA DE LAS PERDICES”

“(…) en las operaciones que se llevan a cabo en la Cuesta de las Perdices el enemigo sufrió ayer un serio castigo. En la madrugada última fue volada una mina, hábil y rápidamente preparada, que en cortos instantes terminó en destruir el Moto Club, de la colonia cubana, conocido por el nombre de Casa de Cuba, que los facciosos habían convertido en observatorio y depósito de material. El enemigo sufrió considerable número de bajas.

La eficaz operación nos ha permitido ocupar nuevamente posiciones que fueron nuestras, y que mejoran notablemente la situación en dicho sector.” (ABC de Madrid, publicado el 4 de septiembre de 1938).

Aunque parcialmente, los republicanos lograban, una vez más, devolver el golpe sufrido. El mismo día que la prensa madrileña daba a conocer los pequeños éxitos de sus tropas en la Cuesta de las Perdices, el Estado Mayor del IIº Cuerpo de Ejército republicano emitía una “INSTRUCCIÓN PARTICULAR RESERVADA A LOS JEFES DE DIVISIONES”. En ella, se analizaba lo sucedido en la Cuesta de las Perdices, sacándose interesantes conclusiones que, hoy en día, resultan muy ilustrativas sobre la delicada situación que se vivía en ese sector y de la que venimos hablando en diferentes puntos de este blog.

Una de las cosas que más me llama la atención de esta circular es la afirmación de la existencia de unidades especiales en las filas enemigas, las cuales habrían tenido un gran protagonismo en las acciones desarrolladas:

“En el Boletín de Información correspondiente al día 26 de pasado mes se señalaba la presencia en este frente de compañías enemigas especialmente organizadas para la ejecución de golpes de mano.

El día 27, por fuerzas enemigas entre las que se encontraba una compañía de este tipo, reforzada posteriormente, se efectuó un golpe de mano sobre posiciones propias de la Cuesta de las Perdices y, a pesar de la rapidez con que nuestras fuerzas contraatacaron, ocupando las trincheras perdidas, ya se encontraban en ellas grandes cantidades de municiones, de arma portátil y de granadas de mano.

Del abundante material de guerra enemigo recogido, después de contraataque, puede decirse que estas unidades están dotadas de un equipo extraordinariamente ligero, adaptado y fraccionado para llevarse a la espalda por los atacantes. Los cadáveres abandonados por el enemigo, vestían camisa azul con insignias fascistas pero sin documentación alguna. Con esto se ha comprobado la noticia dada en el Boletín citado.”

Unidades con una preparación especial y que están equipadas específicamente para actuar en un frente con unas características muy particulares. Un dato que me parece muy curioso y significativo. Pero, posiblemente, lo más importante de este documento sea el análisis que realiza sobre la situación del frente en la Cuesta de las Perdices, un análisis que corrobora la idea de un sector especialmente tenso, peligroso y activo, en el que los ataques y contraataques de unos y otros forman parte de la rutina cotidiana, a pesar de que, en teoría, nos encontremos en un frente “estabilizado”:

“Aunque, dada la situación defensiva que las circunstancias imponen a ambas partes en este frente, lo que no hace presumible que el enemigo pueda intentar una acción ofensiva de importancia para la que necesitaría gran cantidad de efectivos y elementos que no habrían de escapar a nuestra observación, es perfectamente lógico admitir que golpes de mano como el expuesto pueden repetirse y estar a cargo de estas unidades especiales su iniciación y ejecución y, caso de buen éxito, serían explotados seguramente por las reservas locales.

Encaja pues, dentro de la precisión de los mandos en todos los escalones, la posibilidad de que estos hechos se produzcan y, ante tal eventualidad, es preciso adoptar medidas y precauciones para contrarrestar rápidamente los propósitos del enemigo.

Por sus efectivos, organización, armamento y equipo, las unidas enemigas recibirán seguramente como misiones el apoderarse de posiciones propias que, por estar próximas a sus líneas, puedan proporcionar al enemigo: la posesión de un buen observatorio; el adelantar sus líneas para salvar un ángulo muerto; destruir y ocupar una posición propia que les cause normalmente perturbación o baja.

Cabe también suponer la ejecución de acciones más profundas iniciadas por infiltración en frentes no continuos, con objeto de rodear y hacer caer por envolvimiento alguna posición aislada y que les proporcione las ventajas expuestas.”

Por todo ello, se ordenaba la realización de estudios basados en el profundo conocimiento del frente, “repasando con detalle las acciones propias y enemigas que se han desarrollado en el ya dilatado periodo de estabilización, para deducir que posiciones propias interesan más al enemigo, es decir, realizar el mismo estudio que éste efectuará, seguramente, al proyectar sus golpes de mano, y de cuyo estudio darán cuenta a este Estado Mayor.”

El documento continúa con una serie de disposiciones para evitar las acciones enemigas y, en caso de producirse éstas, como han de actuar las fuerzas que defienden ese sector para neutralizar y rechazar lo antes posible esos golpes de mano. Como vemos una vez más, tras la definición de “frente estable”, muchas veces, se oculta una pequeña pero intensa guerra repleta de acciones locales, golpes de mano, ataques y contraataques.

Esa fue la realidad vivida (o sufrida) en muchos puntos del frente de Madrid, entre ellos, la Cuesta de las Perdices, un sector en el que el pulso fue constante, lo que obligaba a permanecer en guardia y preparado, manteniéndose un tenaz forcejeo en el que se intentaba devolver las agresiones recibidas, golpe por golpe.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ

Documentación procedente del AGMA

Agradecimiento especial a J. A. Zarza por las fotografías proporcionadas.

Fotografía: Cuesta de las Perdices en julio de 1937. A la izquierda de la imagen Casa Camorra, a la derecha edificio del Moto Club (Fotografía de Díaz Casariego, publicada en la revista "Crónica"). Para ampliar, pinchar sobre la imagen.

2 comentarios:

  1. La fotografía que encabeza este artículo resulta especialmente interesante. Junto a otras muy buenas instantáneas me fue proporcionada por José Antonio Zarza, estudioso de la guerra civil, gran comunicador y poseedor de un estilo literario muy especial a la hora de divulgar sus conocimientos y opiniones sobre el Pasado. Un estilo que combina contenido con entretenimiento y ante el cual, no tengo más remedio que quitarme el sombrero.

    En esta fotografía podemos contemplar el restaurante Casa Camorra (a la izquierda de la imagen) y el edificio Moto Club (a la derecha). La instantánea, realizada a mediados de 1937, constituye un estupendo documento para hacernos una idea de lo estrecha que en algunos momentos fue la tierra de nadie en la Cuesta de las Perdices, ya que, mientras las tropas de Franco ocupaban Casa Camorra, los republicanos permanecían parapetados en el Moto Club. Una tierra de nadie prácticamente inexistente y que sufriría diversas variaciones a lo largo de la guerra. Variaciones, en general pequeñas, pero que supusieron numerosas acciones de combate y una cruenta guerra de minas.

    Ambos edificios, como casi todos los del sector, terminaron reducidos a escombros, pero se seguiría combatiendo entre sus ruinas a lo largo de la contienda. Hoy en día, resulta muy difícil su identificación y localización exacta, pero, poco a poco, entre todos y todas, vamos logrando algunos pequeños éxitos.

    En este sentido, quiero agradecer a Guillermo Poza su sorprendente labor documentalista, capaz de sacar petróleo de la más mínima reseña o referencia histórica. Fue Guillermo quien primero identificó el edificio del Moto Club, aportando a la vez (como suele ser normal en él) una buena cantidad de documentación complementaria.

    Documentación que, sumada a la proporcionada por J. A. Zarza y por Inés, a quien todavía no tengo el gusto de conocer pero a la que aprovecho para mandar un saludo, así como mi agradecimiento y enhorabuena por sus enriquecedoras aportaciones, está sirviendo, a través principalmente del foro de la Asociación Gefrema, para ir arrojando algo de luz sobre cuestiones que hoy en día permanecen prácticamente olvidadas.

    Muchas gracias.

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  2. Enhorabuena a vosotros por la investigación tan completa que estais haciendo, y tan apasionante también. En mi caso, como dicen en gefrema, me habéis convertido totalmente al "sector camorrista", todo un placer
    Saludos
    Inés

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