miércoles, 21 de noviembre de 2012

121) Jornadas 10º Aniversario GEFREMA



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viernes, 2 de noviembre de 2012

120) Bon. de Zapadores nº 1 de Campamento





BATALLÓN DE ZAPADORES Nº 1 DE CAMPAMENTO 
En abril de 2012, se publicaba en este blog una entrada dedicada a los cuarteles y polvorines de Retamares en la que se hablaba de los cantones militares de Madrid, entre ellos, el de Campamento, cuyo espacio lleva ya varios años de profunda transformación debido a una gigantesca operación urbanística que ha supuesto la demolición de la mayor parte de los edificios militares que existían en este lugar.
Esta misma mañana he recibido un e-mail de la asociación Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) en el que informaban de la demolición del cuartel del Batallón de Zapadores de Campamento, situado en la carretera de Extremadura. Este emblemático edificio fue clave en la sublevación militar de julio de 1936 en Madrid, la cual, como es sabido, supuso el inicio a la Guerra Civil.
Una vez más, un trozo de Historia es  reducido a escombros por las palas excavadoras. Desconozco el valor arquitectónico, o de otra índole, que pudiera tener el edificio que está siendo demolido. Tampoco me apetece ahora entrar a reflexionar sobre la manera en la que, con demasiada frecuencia, es tratado el patrimonio histórico y cultural en nuestro país, cuestión que, creo, ha sido ampliamente abordada en diferentes contenidos de este blog, y a la que, tristemente, será necesario volver una y otra vez. Pero sí me ha parecido oportuno, en esta ocasión, plasmar algunas reseñas de los acontecimientos que se vivieron entre los muros de dicho edificio en aquel lejano, pero trascendental, verano de 1936:
El 19 de julio, de paisano y en secreto, el general Miguel García de la Herrán llega a Carabanchel, donde se encuentra ya el teniente coronel Alberto Álvarez de Rementería, para ponerse al frente de la sublevación. En este cantón, los sublevados contaban con unos 1.100 hombres y abundante artillería, aunque la adhesión de la tropa era dudosa.
García de la Herrán, una vez que toma el mando del cantón de Campamento, decide formar una columna con la que marchar sobre Madrid. Esta fuerza estaría constituida por tres baterías del Regimiento a Caballo, ametralladoras y el Batallón de Zapadores, pero los sublevados de Campamento se enfrentaban a un serio problema para poder desarrollar con éxito sus planes, los aeródromos de Cuatro Vientos, Getafe y Barajas permanecían fieles al Gobierno, con sus aparatos en disposición de actuar contra las guarniciones sublevadas en la urbe y sus cantones.
El general García de la Herrán intenta que León Trejo, jefe de la base de Cuatro Vientos, se sume a la sublevación, pero la negativa de Trejo es rotunda. García de la Herrán decide entonces bombardear con la artillería los aeródromos de Cuatro Vientos y Getafe. Al amanecer del día 20, una batería, un obús del 15,5 y otro del 10,5 comienzan un intenso, pero nada eficaz,  bombardeo contra Cuatro Vientos. La acción sirve de poco porque pronto vuelan sobre Campamento aparatos gubernamentales procedentes de Getafe que inutilizarán alguna de las piezas artilleras y hostigarán con sus pasadas los cuarteles sublevados.
Al ataque aéreo se sumó pronto el ataque terrestre de las milicias y Fuerzas del Orden que, al mando del coronel Mangada, ascendían desde la Casa de Campo por el Paseo de Extremadura. El primer ataque fue rechazado con contundencia por el fuego de la artillería y las ametralladoras de los sublevados, que causaron numerosas bajas entre los atacantes, pero, a medida que la mañana avanzaba, la situación se fue haciendo más complicada para los sublevados. Las fuerzas de Mangada recibieron apoyo artillero procedente de Getafe, y, según iban transcurriendo las horas, los cuarteles de Campamento se fueron viendo cada vez más cercados por una creciente masa de milicianos. A media mañana las bajas entre los sublevados eran muy elevadas y el hostigamiento de la aviación y la artillería gubernamental fue haciendo mella en la moral de la tropa. Comienzan así las rendiciones de los cuarteles de Campamento, primero de la Escuela de Equitación, y, poco después, van apareciendo sábanas blancas en el Cuartel de Artillería a Caballo, en el Grupo Antiaéreo y en la Escuela Central de Tiro.
En el Cuartel de Zapadores, donde se encontraban los principales mandos  de la sublevación, la situación se vuelve insostenible. Rodeados de enemigos, castigados por la artillería y la aviación, e intensamente hostigados desde la calle y los cuarteles próximos que acababan de ser ocupados por los milicianos, comenzaron las deserciones y sediciones entre la tropa. Poco después, algunos núcleos facilitaron la entrada de los gubernamentales en el edificio, lo que supondría el principio del fin para los rebeldes. García de la Herrán muere en circunstancias poco claras (parece que asesinado por sus propios soldados), por su parte, Álvarez de Rementería, haciendo uso de su pistola, resistiría algunos minutos más en la parte alta del edificio, hasta que es abatido por una descarga.
La sublevación del cantón de Campamento había sido derrotada y sus jefes muertos. Desde este lugar, partió hacia el centro de la ciudad una especie de desfile de la victoria en la que se mezclaron los elementos civiles y militares que habían permanecido fieles al gobierno republicano. En la urbe, este desfile se fue mezclando con quienes también celebraban la caída del Cuartel de la Montaña y del resto de cantones sublevados. Era la calurosa tarde del lunes 20 de julio de 1936, comenzaban así, tres largos años de guerra y revolución.
JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
Fotografías: Demolición del cuartel del Batallón de Zapadores, imágenes proporcionadas por GEFREMA (2012).