lunes, 30 de septiembre de 2013

131) Noticia explosiva



NOTICIA EXPLOSIVA

En los primeros días del mes de julio, algunos medios de comunicación se hacían eco de un singular hallazgo. Durante las obras de rehabilitación del Palacio del Infante Don Luis (también conocido como palacio del Duque de Sueca), en Boadilla del Monte, uno de los trabajadores encontraba una granada de mortero de 50 mm sin explosionar incrustada en la cubierta de uno de los portones que dan acceso al recinto palaciego.

Aunque han pasado ya varios meses, considero interesante recoger dicho suceso en este blog, pues constituye un ejemplo más de la presencia que la Guerra Civil Española sigue teniendo en los municipios del oeste y el noroeste madrileño.

Las personas que lo deseen pueden leer la noticia tal y cómo la publicó la prensa digital el día 6 de julio de 2013. Aquí van algunos ejemplos (pinchar encima para abrir los enlaces): "Europapress", "Globedia", "Mirada Oeste", "La Razón". También pueden verse los videos que sobre esta noticia elaboraron en su día "Ciudad Virtual TV" o "Telemadrid".


Como puede comprobarse, todos los medios recogen la noticia prácticamente igual, sin apenas diferencias y aportando una información que, además de muy limitada, parece cuestionable. En esencia, todos ellos, haciéndose eco de las declaraciones del alcalde de Boadilla del Monte, dan por hecho que el artefacto aparecido fue lanzado contra el palacio por el ejército republicano durante la batalla de Brunete. La cosa tendría su gracia si tenemos en cuenta que dicha batalla dio comienzo, precisamente, un 6 de julio de 1937, es decir, exactamente 76 años antes del hallazgo de la granada. Pero esta interpretación, aunque atractiva, parece muy poco probable.

La ofensiva republicana en el sector de Brunete de julio de 1937 estaba planteada como una maniobra de doble envolvimiento con dos ataques simultáneos: uno de ellos, el principal, protagonizado por dos Cuerpos de Ejército, el V y el XVIII, en el espacio comprendido entre los ríos Perales y Guadarrama; el otro ataque, lo tenía que desarrollar un reconstituido II CE en el sector de Vallecas. Estos ataques debían de romper el frente enemigo, enlazando  ambas fuerzas de maniobra a la altura de Alcorcón para así, embolsar y aniquilar a las vanguardias franquistas que asediaban Madrid desde noviembre de 1936.

Boadilla del Monte, en cuyo palacio se encontraba situado el Cuartel General de la 11ª División del Ejército Nacional, al mando de Iruretagoyena en aquél momento, se encontraba entre los objetivos asignados al XVIII CE republicano, que, en diferentes fases, debía avanzar en dirección a Villanueva de la Cañada, Romanillos y El Mosquito, conquistando estos objetivos para, a continuación, ocupar Boadilla del Monte y hacerse con el control de las carreteras que iban hasta Móstoles y Villaviciosa de Odón.

En las primeras horas del día 8 de julio, la XIII BI recibió la orden de ocupar las alturas de Romanillos, y la XV BI el cerro de El Mosquito, debiendo de proseguir hacia Boadilla una vez alcanzados dichos objetivos. Como es sabido, estas unidades se estrellarían una y otra vez contra la tenaz resistencia de El Mosquito y Romanillos, que se convirtieron en una auténtica sangría. Sin embargo, mientras las unidades republicanas se esforzaban en vano por hacerse con el control de estas alturas, y en la zona comprendida entre el Olivar de Miraval y el palacio Rúspoli (o Casa Jardín) se escaramuceaba en una confusa y desgastante lucha, un repentino y poco planificado ataque, permitió que, por sorpresa, una compañía apoyada por algunos carros, lograse avanzar hasta situarse frente a Boadilla. Esta pequeña avanzadilla se topó con la resistencia que se le ofrecía desde el cementerio del pueblo, que había sido convertido en un baluarte defensivo. Lo cierto es que la resistencia que podían ofrecer en aquél momento los defensores de Boadilla dejaba mucho que desear, pero fue suficiente para frenar a los indecisos republicanos y que estos se dieran media vuelta. Sobre este episodio, contamos con el testimonio de un oficial perteneciente a la 11ª D del Ejército Nacional que en aquel momento se encontraba en Boadilla: 

“El día 8 se nos colaron. Este fue el día grave de la defensa de Boadilla. Llegaron a asomarse al cerro de La Mira, que domina el pueblo por el noroeste. Vinieron por la carretera de Brunete. Entonces podían haberse apuntado un triunfo fácil y casi gratis. Nadie podía venir en nuestra ayuda, e incluso habíamos mandado a primera línea una improvisada tropa de escribientes y rancheros. Todavía no sé cómo se pudo evitar lo peor. Eran como un batallón, acompañados de media docena de carros rusos. Lo suficiente para habernos asado en nuestro propio jugo. El hecho es que las fuerzas de seguridad del pueblo, unos guardias civiles, algunos paisanos armados y hasta un par de docenas de soldados, les hicieron frente, y, en vez de venir a por ellos y llevárselos por delante, se limitaron a tirarles cuatro cañonazos, a hacerles una docena de bajas y a retirarse ordenadamente por la carretera.” (Oficial del Ejército Nacional destinado en el Cuartel General de la 11ª D, en Boadilla del Monte).

Este descoordinado y poco decidido ataque, supuso la mayor progresión que lograron los republicanos sobre Boadilla  durante la batalla de Brunete, una progresión que se limitó a un intercambio de fuego desde la distancia con los defensores que se encontraban parapetados en el cementerio del pueblo. Parece difícil, aunque no imposible, que pudiera alcanzarse el palacio del Infante Don Luis con un proyectil de mortero ligero, ya que una granada de 50 mm, como la encontrada durante las obras de rehabilitación, tenía un alcance efectivo de unos 500 m, y un alcance máximo de 1000 m.

Lo más probable es que dicho proyectil no proceda de los combates entablados en el sector de Boadilla del Monte durante la batalla de Brunete (julio de 1937), sino de los que tuvieron lugar a mediados de diciembre de 1936, durante la segunda fase de la batalla de la carretera de La Coruña, unos combates que se alargaron durante varias jornadas y que alcanzaron una gran intensidad, llegándose al cuerpo a cuerpo, no solo en las mismas calles de Boadilla del Monte, sino también en el interior del palacio del Infante Don Luis. Estos episodios han sido tratados ampliamente en este blog, pero parece una buena ocasión para recordarlos, aunque sea brevemente.

Para ello, hay que cambiar el seco y abrasador verano de 1937, en el que se desarrolla la batalla de Brunete, por el gélido y húmedo invierno de 1936, cuando la División Reforzada de Madrid, al mando del general Orgaz, se dispone a realizar un amplio movimiento de avance por el flanco izquierdo de su dispositivo. Estamos en los primeros días de diciembre, las fuerzas que atacan Madrid hace semanas que han quedado frenadas en los arrabales de la ciudad. Las acciones desarrolladas en el sector de Pozuelo para mejorar ese estancamiento han sido muy poco efectivas y se decide actuar con contundencia varios kilómetros al oeste de la capital. La idea principal de maniobra consiste en realizar un ataque de sur a norte, partiendo de la línea Villaviciosa-Brunete. Sobre Boadilla del Monte van a caer tres columnas: la de Barrón, la de Siro Alonso y la de Buruaga. La operación se fija para el 13 de diciembre, aunque las adversas condiciones climatológicas la retrasarán hasta el día 15.

El día 16 la Columna Barrón desborda Boadilla del Monte por el oeste, y la de Siro Alonso por el este, mientras la de Buruaga penetra en el pueblo, entablándose una dura lucha por el control de sus calles y edificios. Estos combates han sido tratados en este blog en entradas anteriores, como por ejemplo, “TRINCHERAS VACÍAS” u “OBJETIVO BOADILLA” (entre otras). Precisamente en esta última, se recogía la reseña que sobre el asalto al palacio de Boadilla recoge Luís María de Lojendio, en su libro “Operaciones militares de la Guerra de España, 1936-1939”, y que vuelvo a reproducir aquí por lo ilustrativo de aquél episodio para el tema que ahora nos ocupa:

“Fuera del pueblo quedaba el castillo: una mole imponente en la que resistía un resto de tropa de la Guardia Civil roja, parapetada con ventaja en su fortaleza. Fue necesario avanzar al asalto como en las grandes ocasiones. Las fuerzas del Tercio derribaron un trozo del muro del jardín y a pecho descubierto emplazaron sus máquinas. La lucha personal, cuerpo a cuerpo, se generalizó hasta en sus últimas instancias (…). De cuál fue la naturaleza del encuentro que allí se libró da idea el hecho de que, al ocupar el castillo, de sus habitaciones hubo que retirar un centenar de cadáveres enemigos. Buena estampa representativa de los violentos combates de esta época en el sector de Madrid.”

A tenor de esta información (y de otras parecidas), se deduce que el palacio del Infante don Luís (al que Lojendio se refiere como castillo) fue uno de los últimos edificios, si no el último, que las tropas de Buruaga lograron ocuparon al entrar en Boadilla del Monte. El esfuerzo principal corrió a cargo de fuerzas del Tercio, que tuvieron que vencer una tenaz resistencia republicana, en la que destacaron fuerzas de la Guardia Nacional Republicana (nombre con el que se rebautizó  a la Guardia Civil que había permanecido leal al gobierno republicano tras la sublevación militar de julio). El acceso al recinto palaciego se realizó abriendo brecha en sus muros y portones. Para ello, casi con toda seguridad, los legionarios harían uso de sus morteros ligeros, un arma característica de las fuerzas de asalto y muy práctica y efectiva en las distancias cortas. Muy probablemente, la granada de mortero 50 mm recientemente encontrada en las obras de rehabilitación del palacio, y que por algún motivo no estalló (posiblemente por un fallo técnico), proceda de aquél asalto en el que los legionarios, tras conseguir derribar partes del muro, fueron avanzando por los jardines del palacio hasta introducirse en el interior del edifico, donde se entabló una lucha desesperada con sus defensores, una lucha a muerte por el control de las diferentes estancias y plantas del palacio.

Como ya he señalado, todo apunta a que la granada encontrada procede de aquellos combates de diciembre de 1936, tanto por las características del artefacto, como por el lugar en el que ha aparecido. Sea como sea, finalmente la granada estalló, aunque eso sí, de forma controlada y setenta y siete años después de haber sido lanzada (ver video de la detonación practicada por los TEDAX en el mismo recinto del palacio).

No es la primera vez, ni será la última, que aparecen proyectiles de la GCE sin explosionar. De hecho, es más frecuente de lo que mucha gente cree. Aunque parezca mentira, más de siete décadas después, son muchas las huellas y restos que aún permanecen de aquél conflicto. Algunas de esas huellas, aun mantienen todo su poder destructivo.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ



NOTA 1

Las fotografías que encabezan este artículo han sido obtenidas de una entrada publicada el 6 de julio en el Foro de la asociación GEFREMA, en donde, por cierto, Guillermo Poza (Guilpomad), buen conocedor del desarrollo de la GCE en esta zona de Madrid, ya aventuraba la misma interpretación que aquí se ofrece sobre el origen de la granada hallada en el palacio de Boadilla del Monte. Ver la entrada del Foro de Gefrema.


 
NOTA 2

También este verano nos enterábamos de un triste suceso: un joven de San Martín de la Vega sufría graves lesiones al estallarle un artefacto explosivo de la GCE (ver noticia). No conocemos a la persona afectada y desconocemos los detalles de tan trágico episodio, por lo que nos abstendremos de realizar comentarios, valoraciones u opiniones sobre el mismo. Solamente queremos transmitir nuestro apoyo a esta persona, a sus familiares y amigos, deseándole la más pronta y mejor de las recuperaciones.