lunes, 22 de diciembre de 2008

7) Hormigón y acero




HORMIGÓN Y ACERO

Pasear por el campo y encontrar una de estas construcciones nos hace ser conscientes de que aquí hubo una guerra. Entrar en su interior hace pensar en quienes las levantaron y las defendieron. Aquellos combatientes se preguntarían como habían llegado hasta aquella fría trinchera, mientras aferraban sus fusiles temerosos de un ataque fortuito que acabara con su vida. Otros, buscarían en sus diferentes ideologías y creencias la justificación y el convencimiento de que todo aquello tenía algún sentido. Todos lucharon por sobrevivir al infierno en el que se vieron inmersos. Muchos dejaron sus vidas en los combates, otros sacrificaron los mejores años de su juventud y todos quedaron marcados para siempre por lo que vivieron, por lo que sintieron, por lo que vieron, por lo que experimentaron.

Los fortines son recordatorio de todo aquello y, posiblemente, constituyan el patrimonio histórico-cultura más importante de los municipios del noroeste madrileño. Unos municipios que han crecido de espaldas a su pasado. Un crecimiento sin gusto, sin personalidad, al compás de un urbanismo depredador e insaciable. Es lo que ocurre cuando, para las instituciones de todo tipo (políticas, judiciales, culturales…), solo prevalece el interés económico por encima de cualquier otro (social, ecológico, histórico, sentimental…).

Han sido varias las ocasiones en que hemos visto caer bajo la pala excavadora algunas de estas fortificaciones y somos conscientes de que este atentado cultural seguirá produciéndose. Por ello creemos que hay que fomentar y animar iniciativas autónomas a estos poderes monolíticos que parten y reparten a su antojo, en beneficio propio y de sus intereses de grupo, lo que no debería pertenecer más que al patrimonio común de todas y todos.

No son imprescindibles (aunque nos quieran hacer creer lo contrario) para poder acercarnos a la historia, a nuestro pasado, a esa “memoria histórica” de la que tanto se habla últimamente y que también están empeñados en mediatizar y politizar.

Las huellas del pasado, más o menos reciente, están ahí, han aguantado el paso del tiempo y los avatares de la historia y merecen un respeto y consideración. A ellas podemos acercarnos sin que nadie nos marque o imponga lo que si tiene interés de lo que no lo tiene. Ser nosotros mismos los que descubrimos y nos acercamos a ese pasado.

Encontrarse in situ con la Historia proporciona la sugerente posibilidad de descubrir cosas por nosotros mismos, cosas que no están en los libros: sensaciones, emociones, impresiones… Al mismo tiempo, al pasar de simple espectador que se limita a aceptar lo que le muestran y explican, a sujeto activo que busca e intenta encontrar explicaciones, se fomenta la implicación de la gente y que esta asuma más fácilmente el compromiso de proteger y cuidar este patrimonio común de las constantes amenazas y agresiones a que esta expuesto, reivindicando su importancia y exigiendo su cuidado. No es imprescindible ser un especialista o profesional de la historia, solo hace falta ganas, algo de sensibilidad y respeto para no alterar negativamente o destruir las huellas de nuestro pasado.


De todos los restos y huellas que de la guerra civil perduran por el noroeste de Madrid, son, posiblemente los fortines, los que resultan más llamativos y atrayentes. Algunos, víctimas del paso del tiempo y de las agresiones de todo tipo, se encuentran ya muy deteriorados. Otros, sin embargo, mantienen su fortaleza y firme presencia sobre el terreno en el que fueron levantados, como esperando aun, que aparezca el enemigo para empezar a escupir fuego por sus oscuras troneras.

JAVIER M. CALVO MARTÍNEZ
 
Fotografía 1: Las Ceudas (Las Rozas).
Fotografía 2: Vértice Cumbre (Las Rozas).
Fotografía 3: Cerro Mocho (Las Rozas).

5 comentarios:

  1. Muy bueno el blog.
    Mis más sinceras felicitaciones.
    Papalbatros

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  2. Efectivamente no hay respeto alguno por nuestro pasado. En realidad no hay respeto tampoco por nuestro futuro. Vivimos el presente, que cada vez se hace temporalmente más estrecho.
    Supongo que no es un problema de “nuestro tiempo”. El hombre ha arrasado siempre con todo lo que se ha encontrado, sin preocuparse por conservar nada que no fuera beneficioso para la “Economía”, incluso mucho antes de que se inventara esta palabra.
    No solo tienen la culpa esos “líderes” de la situación. Sus “súbditos” tampoco les preocupa en demasía, ni mueven (movemos) un dedo para evitar la degradación de la que hablas.
    No sólo no lo evitamos; simplemente desconocemos que existan estas “huellas del pasado” y además, si lo sabemos nos importa bien poco.
    En vez de lamentarnos habría que pasar la acción. Por lo menos a la acción personal, es decir, “encontrarse in situ con la historia”, mientras queden estos “olvidos” en, todavía, zonas no urbanizables.

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  3. todo lo que dices está muy bien pero creo que también hay que mirar a otras cosas, y estas pequeñas fortificaciones, en las que por cierto jugue siendo un chaval, no creo que tengan que mantenerse todas pudiendo quedar algunas que se encuentren en buen estado como representacion de lo que fueron.

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  4. Hola Andrés.

    Yo tampoco creo que todo lo que perdura del pasado deba de ser mantenido. El tiempo pasa, las sociedades cambian y es ley de vida que unas cosas desaparezcan para dar paso a otras nuevas.

    Lo que no me parece bien es que, con relativa frecuencia, el patrimonio histórico cultural sufra todo tipo de agresiones, primando siempre los intereses económicos o particulares de ciertos grupos de poder que hacen y desacen a su antojo.

    Conozco muy bien los restos que de la guerra civil perduran en la zona noroeste de Madrid y aunque algunos se conservan en un sorprendente buen estado de conservación, de otros poco más queda que una simple huella.

    Conservarlo todo no tiene sentido, pero lo que no puede ser es que estos restos permanezcan sin nigun tipo de protección, dependiendo su conservación de los intereses de turno.

    Todos los restos, los que se conservan mejor y los que son una ruina total, deben de ser catalogados y estudiados. Después se decidirá lo que merece la pena de ser conservado y lo que no. Esta labor informativa y de investigación no se realiza, y los vestigios de la guerra civil son destruidos sin ningún tipo de miramiento, perdiéndose una información muy valiosa.

    Lo que habría que hacer es tratarlos de la misma manera que se tratan el resto de huellas arqueológicas y culturales (castillos, ruinas antiguas, iglesias, fuentes...). No destruir nada hasta que se haya elaborado un informe serio y se haya recopilado toda la información que puede proporcionar.

    Lo que es intolerable es que este patrimonio siga siendo destruido impunemente como está sucediendo un día si y otro también.

    En el noroeste de Madrid quedan conjuntos muy importantes y completos de fortificaciones de uno y otro ejército. Debería de ser compromiso de todos velar por su conservación antes de que sea demasiado tarde.

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  5. LA ASOCIACIÓN HISTÓRICO-CULTURAL CIERZO ORGANIZA RUTAS GUIADAS POR LAS POSICIONES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. INTERESADOS CONSULTAR SU WEB:

    http://asociacioncierzo.net/

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